lunes, 31 de enero de 2011

Tus pecas:
el cielo en color sueño.
Tu mirada, teatralizada de cotidiano,
ahora es la tarde cuando se atrasa la luna,
la noche que se guarda en el estante
el ujier la acicala
para la próxima obra.
Ellos, los que guardan celosos el instante infinito.
Tu presencia:
energía impalpable,
cual la órbita.
Tan decisiva como invisible
cual la gravedad.
Escapás a la vulgaridad de las dimensiones;
Te sentás
parás
volvés,
mirás el almacén de pensamientos
con ojos atajados.
Tus labios:
el recuerdo
cuando se acuesta en la nostalgia;
erizan.

Eras extraña;
porque eras la verdad.


¡Monopolio del estímulo eterno!
¡Sos el tiempo que se burla de las horas!
I
Es el sol que se esconde
en la panza de la tierra;
el horizonte
que sorbe el camino,
acercándome.
II
Alejándome.
La realidad que se esconde
en el espacio,
como el Amazonas
a espaldas de los edificios.
III
El hoyo donde la tierra
intenta reposar
te sostiene,
entristecida,
como la mano a la limosna.