miércoles, 25 de enero de 2012

Se sentía pobre y olvidado,
como un rincón.
El sueño de la heladera
era ¡tan concreto!
El agua abofeteaba el patio.
El verso terminaba,
pero nacía.
Siempre
Como
nunca
es tiempo,
y un diálogo
entre física y metafísica
es tan abrazado
como
un puede.
Sólo este verso,
que la historia, hermana triste,
envidiosa,
de la melancolía
del desgarro
del pudor
la comodidad
y la angustia,
anhela en sus páginas brillosas
de un olvidado barniz.
Y el tiempo
sigue reposando
en una baldosa;
inadvertido.