miércoles, 24 de agosto de 2011

Escape de la vigilia

El patio era largo y ancho. Las paredes que lo delimitaban se alejaban horrorizadas; el miedo se acercaba. La atención se estrechaba y cada ruido era una amalgama de rostros sin forma. Cada paso, una evidencia del pasado inmediato. Las huellas sentenciadas por el tiempo, al olvido de mi mente y a la atención constante del tiempo. El perro se adelantaba olfateando novedades; eran tales para ellos pero no para la inmovilidad (eran noticias amarillas en ese entonces). Esporádicamente, se frotaba la cara; constataba vitalidad. La única luz, la de un farol blanco gris, retrataba su sombra un tanto impaciente. El techo se confundía con el suelo en el enigma de la oscuridad; la oscuridad que tocaba con la palma de sus temores.

Antes de salir a conocerlo, mientras su mirada dudaba en las preguntas de la cerradura, sus intrigas sazonadas de desconocido lograron dormirlo.

Escena de un captítulo antiguo -insomio-

Todo se aleja
la resignación de mi respiración,
se queda.
Ver mis ojos muertos o vivos en el espejo,
sabe esperar.
Enigmático, tormentoso,
silencio de lo desconocido.
Las preguntas se pasean por la pieza;
a carcajadas, bailan la danza de mi desesperación.
A forma de caricia siniestra
huelo su estela
por mi carne de párpados arremangados.
Espero.
Mientras recogen las últimas sorpresas de la piñata
y el movimiento, caprichosa esencia del universo,
decide descansar.

viernes, 19 de agosto de 2011

PRINCIPIO
El tren protesta, es una noche de espejo. Del otro lado la misma noche, el mismo tren, el mismo ruido. Acostado revuelve las oraciones, intenta con el azúcar. El mate cocido migró al vacio. En la habitación una cama de plaza y media, un escritorio esquinero, un ropero de rejunte de aserrín. En la cabeza una relación que se intenta condimentar con precio, el deporte como 1000 horas de descanso condensado (la nada absoluta, confiada, el goce supremo), la universidad, el trabajo y la familia (cinturón que ajusta la cultura). La esencia: la ambición. La guerra, la inminente necesidad. Los recursos naturales y los esclavos (recursos naturales). El pacifista enemigo íntimo de su egoísmo y el egoísta tan envidiado por aquellos solidarios (egoístas impotentes). Una misma cuadra agrupa 17 casas de arquitectos analfabetos (comerciantes), con más 699 determinan la calle Presidente Quintana. Presidente de la república entre el 12 de octubre de 1904 y el 25 de enero de 1906; propone a Inglaterra bombardear Rosario (¿y la calle Inglaterra, que no aceptó?). En las cercanías de la barranca, en la costa del río Paraná, florece la nostalgia de un grupo de muertos que fuman cigarros armados y murmuran un asado criollo; el diario anuncia bancos de niebla para esa zona (poca visibilidad; mucho cigarro armado). El barco de 40 días, el avión de 13 horas; desde el puerto o aeropuerto. Seriamente los delegados del tiempo discuten el panorama adverso; el momento, la perla postmoderna. Los metros miden centímetros. La novedad de la dialéctica debuta en cine Heráclito y expertos en telecomunicaciones anuncian prominentes progresos en relaciones bisexuales. Los poetas reencarnan en excusados donde la honestidad se sincera aun en olores. Por un camino angosto el frío suele ser más ligero y caminar por delante de los excursionistas, por detrás suele caminar la belleza (existe pero no funciona el decodificador). La ansiedad, el escape constante, el repique de un pie contra el cerámico; la quietud, el escape triunfado, el repique del recuerdo contra el cajón. La vida el velorio de la felicidad (¿un axioma debatido en el laboratorio de la no existencia?). La mirada de los cantores distraída en algún bolsillo del vacío; la voz fornicando con el quejido de los violines.
FIN

domingo, 14 de agosto de 2011

Un punto

La noche extingue
las últimas ventajas
de la luz.
El cuerpo
renace
en la soledad.
Miro alrededor,
la escena no ofrece.
La angustia,
belleza en loco,
golpea y se esconde.

Una tarde

Almorzando la satisfacción que produce el agrado de nuestros méritos. Se recuesta en la impaciencia, acomoda y estimula la imaginación.

La tarde de Santa Rosa fueron varios días empaquetados en la eternidad. Mientras ella relucía sus indicios de maternidad, en una charla amena, él degustaba su perfil, ese de sonidos extrañamente conocidos. En la mesa nacía una familia, un soñoliento halo de regocijo los abrazaba y provocaba una temperatura precisa. La longitud de sus edades, de diferencias pronunciadas, descomprimía la competencia; un acuerdo implícito homologado por el espacio. Los cantos servidos por el mate decoraban la casa, las montañas se sentaron a observarla. El bandoneón, corpulento, admitía su creencia en el tiempo, en las medidas; caminaba retratando lágrimas, nostalgias, sonrisas. Argumentos que lograban convencer que todo intento de vida, de naturaleza podría sosegar nuestra porción de existencia. Aromas foráneos poco dejaron percibirse pero pellizcaron el cachete de los símbolos; el olor del verde, de la despreocupación rememora aquella caja de cristal, de infinito. Aun cuando todos pulían comentarios, ella deslumbraba con el fulgor de sus tonos originales. La política, la cultura, las aventuras que no fueron y el vino. El vino abre los candados de la introversión, duda apresado entre la lengua y el paladar y se lanza al vacio; descubre que el vacio es solo una cuestión de perspectiva, de posicionamiento cuando se desliza en las paredes del estómago. Mientras ella sigue clasificando personalidades, repara en las distintas posturas; el archivo incalculable de gesticulaciones es sorprendente hasta para ella misma. El personaje longevo se burla de la muerte, sin intención, roba a cada uno de los presentes un retazo de autoestima pero regala varios motivos. Sus formas nacen en la carne misma, tal vez el alma la tenga desparramada por su cuerpo entero. Quizá no haya cuerpo ni alma, no haya nada que diferenciar, sólo un algo universal. Mientras tanto continúa destapando su luz, siempre falta algo o queda algo. “La política es inevitable” “al menos es un muchacho buen mozo” “pasó un auto buscando a Carlos Heredia y me llevó a votar”, expresaban varios de los carteles que rellenaban la estadía; ella lo llenaba de placeres como lo esperado que está por acontecer antes de que sea consumado. Lo que será pero aún no es goza de lo implacable de la imaginación, donde todo es como queremos, exento de la desilusión que causa la acción.

Algunos oleajes oscuros, poco apetitosos que sólo él experimenta lo alejan temporalmente del cuadro central. Es una tarde goteando versos.