viernes, 24 de septiembre de 2010

Diálogos

Metida en su carne
rebozada de palpitaciones.
En tanto, la noche espera su turno.
La canasta en un rincón, mareada;
casi oculta.
Dos pájaros que cogen.
El quejido del ventilador que descansa en la cama.
El suelo golpea las gotas.
La ansiedad que rebota los dientes.
Fantaseando con una respuesta te escribí,
símbolo espantoso.
Abreviatura de la vida en sentido.
Y rebotan los dientes, mientras intentaba desviarlos.
Tum tam tum tam tum tam, el corazón;
¡y yo me quejo de la rutina!, me deja vivo.
Y rebotan los dientes.
Apareció el primero,
escondido detrás de su acento.
Algo de dos cabezas bien maquilladas,
Sumado a las sobras ocultas en su traje.
Casi llegando a los dos metros de voz atontada.
R: Practiqué toda mi infancia el beso armónico,
confundido por las sensaciones de ambas.
Z: Soñé con un patio escondido, donde podía pescar.
En las calles convertidas en río
desgajaba un suspiro de piedad
hacia ranas que no existieron.
Y: Después de tantos partos me creí vivo.
La única palabra que existe
todavía no la inventamos.

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