Rompiste las cadenas
de mi Edipo.
Arrancaste de un solo
golpe
el tubérculo
andrajoso de mi timidez.
Recorriste mi cuerpo
como una marea
hambrienta,
todo entrega.
Vomitaste tus campos
de arrojo
En mi deshabitado
orgullo.
Descubriste todo en
mí,
todo lo que nunca
había insinuado.
Echaste la luz
a la sombra de valores,
la luz de tus tripas.
Todo te lo debo:
los pasos graves
el tipiado seguro
el brillo de la
muerte
la valentía
el respirar
auténtico,
todo te lo debo.
Cuándo voy a
olvidarte,
¡Ay! elemento de cada
decisión.
Cómo sacarme tus
vestidos
cómo arrancarme la
carne de tu aroma
el celo de tu orgasmo
el núcleo de tus
gestos.
Qué juicio podrá
absolverme.
¡Ay! Mentira de mi
nada
Aurora de tu todo.
Qué juicio,
si aplasté a la
ternura
humillé a la grandeza
Estafé a la simpleza.
Qué juicio…
Qué juicio será el
que sentencie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario