sábado, 28 de julio de 2012

Rompiste las cadenas de mi Edipo.
Arrancaste de un solo golpe
el tubérculo andrajoso de mi timidez.
Recorriste mi cuerpo
como una marea hambrienta,
todo entrega.
Vomitaste tus campos de arrojo
En mi deshabitado orgullo.
Descubriste todo en mí,
todo lo que nunca había insinuado.
Echaste la luz
a la sombra de  valores,
la luz de tus tripas.

Todo te lo debo:
los pasos graves
el tipiado seguro
el brillo de la muerte
la valentía
el respirar auténtico,
todo te lo debo.

Cuándo voy a olvidarte,
¡Ay! elemento de cada decisión.
Cómo sacarme tus vestidos
cómo arrancarme la carne de tu aroma
el celo de tu orgasmo
el núcleo de tus gestos.

Qué juicio podrá absolverme.
¡Ay! Mentira de mi nada
Aurora de tu todo.
Qué juicio,
si aplasté a la ternura
humillé a la grandeza
Estafé a la simpleza.

Qué juicio…
Qué juicio será el que sentencie.

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