Un paseo, todo fue un gran y exquisito paseo.
En él te descubrí y aprendí a quererte,
en él también aprendí a
alejarme.
Porque el viento, en los paseos de otoño,
remueve las hojas
modificando los caminos.
Eso es lo que fuimos,
un excelso paseo de otoño.
Un otoño que asomaba sin fronteras
a la mirada candorosa
de nuestras esperanzas.
Dónde doblar las
reglas de la vida? Nos preguntábamos entusiasmados.
Pero la vida nos
dobló a nosotros.
Y a la vuelta,
a la vuelta de
nuestra esquina
todo fue desencuentros.
Desencuentros desgarrantes,
desencuentros del calor donde se funde la angustia
y se hace mármol.
Mármol de estatua inconmovible,
mármol de
frustración.
Pero ahí nos
sentaremos,
en esa piedra, junto a la barranca
a recrear nuevas esperanzas,
por esos nuevos
caminos,
esos nuevos caminos
de las hojas de otoño.
Te extraño porque ya te olvido,
te olvido
en el recuerdo venidero.
Porque así son las curvas de la vida,
signadas de frustraciones.
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