domingo, 8 de julio de 2012


Un paseo, todo fue un gran y exquisito paseo.
En él te descubrí y aprendí a quererte,
en él también aprendí a  alejarme.
Porque el viento, en los paseos de otoño,
 remueve las hojas modificando los caminos.
Eso es lo que fuimos,
un excelso paseo de otoño.
Un otoño que asomaba sin fronteras
a la mirada candorosa de nuestras esperanzas.
Dónde doblar las reglas de la vida? Nos preguntábamos entusiasmados.
Pero la vida nos dobló a nosotros.
Y a la vuelta,
a la vuelta de nuestra esquina
todo fue desencuentros.
Desencuentros desgarrantes,
desencuentros del calor donde se funde la angustia
y se hace mármol.
Mármol de estatua inconmovible,
mármol de frustración.

Pero ahí nos sentaremos,
en esa piedra, junto a la barranca
a recrear nuevas esperanzas,
por esos nuevos caminos,
esos nuevos caminos de las hojas de otoño.

Te extraño porque ya te olvido,
te olvido
en el recuerdo venidero.

Porque así son las curvas de la vida,
signadas de frustraciones. 

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